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Barcelona: Bar Lobo

  • Foto del escritor: Mery
    Mery
  • 27 jun 2018
  • 2 Min. de lectura

Carrer del Pintor Fortuny, 3, 08001 Barcelona

ELLA viaja a Barcelona una vez al año. Su trabajo no le permite poder hacerlo más. ELLA, esa única vez que visita esta preciosa ciudad cena en este maravilloso lugar llamado Bar Lobo.


Recuerda que un día, hace unos años, tras una agotadora mañana y una tarde calurosa decidió entrar en este bar a cenar para después irse a descansar a su hotel que estaba cercano a la Rambla. Se sentó en una mesa cerca de la cristalera y observo aquel lugar con encanto. Se quedo prendada de sus rincones, todos ellos dedicados a los cuentos, a la música, al arte.



ELLA llevaba ya cuatro años visitando aquel lugar, a la misma hora, el mismo día y se sentaba en la misma mesa. Pedía lo mismo para cenar y buscaba con la vista aquel camarero que seguía sirviendo las mesas con su mejor sonrisa, su mandil blanco y su carisma tan atrayente. ELLA siempre pedía que le atendiera ÉL. Añoraba cada año que esos ojos azules fueran su acompañante más de una noche, pero se conformaba con que aquella lo hicieran, de lejos.


Tras pedir un café cortado, después de una copiosa cena, quiso atreverse a decirle alguna palabra más, que no fuera solo los platos que aquella carta en un clipboard guardaba en varios idiomas, pero no se atrevía. Le daba miedo a que ÉL rechazara cualquier invitación, y prefirió vivir en un cuento imaginario que no le hacía sufrir a pesar de lo que pensaran algunos demonios de su cabeza.


Sobre las doce de la noche decidió dar por terminada su visita anual en aquel lugar, echo un último vistazo a sus paredes cubiertas de cuadros con imágenes entrañables, sus techos altos, sus lámparas dentro de libros y sobre todo de ÉL. Le observo para esperar verle al año siguiente. Observo su cabello negro azabache, sus ojos azul mar, su sonrisa perfecta, su tez morena, su atlético cuerpo y sus movimientos con la bandeja. Le encantaba. Todo ÉL.



Salio de allí dejando una buena propina y se dirigió hacia la Rambla para cruzar y entrar en su hotel, pero un chico en bicicleta se le cruzo en su camino y aunque intento no caer al suelo termino posando sus dos manos sobre la acera y parte del bordillo.

—¿Estas bien?


Alzo la vista pensando que era aquel muchacho en bici, que creía que había salido huyendo, y dispuesta a decirle que no puede ir tan loco con ese vehiculo de dos ruedas se quedo en blanco al ver que quien le ofrecía su ayuda era aquel camarero del Bar Lobo. ELLA le dio la mano sin dejar de mirarle. ÉL salio en su búsqueda en una arranque de locura, hasta que vio su accidente y no lo pensó. Era ahora o nunca.

ELLA asentió con la cabeza en señal que estaba bien, sonrío y ÉL también, pero lo hizo con palabras.

—Llevo cuatro años queriendo hablar contigo. Cada año deseo que llegue este día, de este mes para poder verte. Cada año espero que aparezcas siempre sola porque siempre he querido ser tu acompañante en esta noche.

ELLA no supo que hacer. ELLA le miro. ELLA sonrío. ELLA fue feliz.



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