Julieta

Julieta. Ella ama a los animales, la naturaleza y la libertad. Es vegana desde que pudo serlo. Su familia no respetaba que ella fuera así y sufrió mucho para que no la obligarán a comer carne de animales.

Nació en la Gran Manzana; Nueva York, pero en cuanto tuvo oportunidad de huir de aquel ruido, contaminación y estrés de esa gran ciudad, no dudó en alojarse en las montañas de un pueblecito al norte de Escocia ¿Por qué Escocia? Porque su abuela paterna nació allí y hasta que conoció a su marido, el abuelo de Julieta, vivió entre montañas rodeada de la más pura vegetación. Julieta vivió sus historias con emoción cada noche al acostarse y con la idea de alojarse un día en aquel paraíso.

Con tres años se dio cuenta que los animales podrían ser grandes amigos cuando les parecía mejor compañía que muchos de los niños de la guardería. Salvo a unos patitos de morir ahogados en el parque cercano a su casa con tan solo seis años. Con diez adoptó un gatito abandonado y con quince ya tenía dos perros, tres gatos y dos conejos. Pero ella quería más. Ella quería salvar a muchos animales de ser explotados por ganaderos y grandes empresas. Ella quería formar un santuario de animales.

Comenzó trasladándose a ese pueblecito de Escocia, perdido de la mano de Dios. Con un dinero que consiguió de la herencia de su abuela construyó el vallado de un terreno que era perfecto para su santuario. Reformó la cabaña de madera que este tenía y lo convirtió en su hogar. Salvo muchas vidas más y a pesar de estar rodeada de sus mejores amigos; los animales, ella veía que su vida se moría. Con ayuda de su mejor amigo, un ciervo llamado Thor y una cabra llamada Noa logra que el túnel tenga luz y final, pero no es fácil atravesarlo entre la oscuridad.